Por: Elvira González.
Philippe fue por Amatista a la librería, al verla sentada sobre el mobiliario infantil con un cuento en la mano se emocionó, pensaba tenía alma de buena madre, había nacido para eso, además de transformar la vida de las personas con su calidez. La abrazó, la ayudó a subir, todo caballeroso, cubrió sus ojos con un pañuelo bordado, arrancó, conducía rumbo a su destino, ella deseaba conocer la sorpresa, a él le daba risa nerviosa, de verdad quería impresionarla, llevaba tiempo organizando todo.
Al llegar, tomó su mano sin quitarle la delicada pieza de tela con flores, le indicó subir tres escalones, abrió la puerta, entraron, todos rodeando la mesa del comedor, el banquete listo, él le pidió abrir los ojos, exclamó, estaba gratamente sorprendida, abrazó a todos, besó a su esposo, elogió la casa, la mesa, la comida.
Caldo de carne con azafrán, flotan pequeños círculos…
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